Dios nos responde cuando oramos, Como seres humanos tenemos que estar reconciliados con el porque no siempre Dios contestará nuestras oraciones de la forma que esperamos. En los versos de la Biblia está escrito: “La oración de fe salvará al enfermo.” La enfermedad nos puede llevar a todo tipo de tentaciones – impaciencia, intranquilidad, ansiedad, quejas, etc. Si utilizamos estas oportunidades para ser salvos de estos pecados, entonces Dios puede hacer una obra en nosotros que no necesariamente se hubiera llevado a cabo estando sanos. Las pruebas que experimentamos pueden fortalecer nuestra relación con Dios. ¡Y de este modo somos salvos! Salvos del pecado que está en toda la humanidad y que es la mayor enfermedad de todas.
Tenemos un Dios que escucha nuestras oraciones, y que no es indiferente con nosotros. ¡Continúa en la fe! ¡Cree en el Dios de los milagros!
Has sido obediente a lo que está escrito en la carta de Santiago, y las oraciones de fe son ante el rostro de Dios. Él toma estas oraciones en consideración. Conmueven el corazón de Dios. Él nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Él escucha, y pone atención, y en el tiempo justo obra. Tenemos un Dios que escucha nuestras oraciones, y que no es indiferente con nosotros.
En ocasiones la sanación puede ser instantánea. De las puertas de la muerte a la plena salud, en un abrir y cerrar de ojos. En otras ocasiones uno ni siquiera alcanza a darse cuenta que la flecha ha comenzado a dar la vuelta desde la enfermedad a la salud. Algunas veces se lleva a cabo un “milagro” por medio de las manos del médico. Pero jamás dudes que Dios ha escuchado tus oraciones. “La oración eficaz del justo puede mucho.” ¡Continúa en la fe! ¡Cree en el Dios de los milagros!
Podemos leer la historia de Ezequías en 2 Reyes 20. Estaba enfermo, y pronto a morir. El profeta Isaías fue con él y le dijo: “Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás.” Pero Ezequías oró a Dios, y Dios envió a Isaías de vuelta a Ezequías con el mensaje: “Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano… Y añadiré a tus días quince años.” El plan de Dios era que Ezequías muriera, pero sus oraciones conmovieron el corazón de Dios.
Hermano Walter Bustamante